Entre la autoayuda y el “frankenstein artístico”, he aquí diez años de escritura atomizada, un trazado disperso de notas que vienen a encontrar eje entre sí años después. El eje, veremos, es el tono de una experiencia como un collage, la de Claudia del Río artista cabal, dibujante, poeta, pedagoga, viajera, residente, pescadora de visiones y versos de la costa del Paraná. ¿El dibujo? Un compañero, modesto y sutil, herramienta transformadora y civil también. La escritura, en tanto, es bajada directa de la vida al cuaderno “como un goteo”, una máquina de registro móvil que toma impresiones en cualquier momento y a ritmo propio. “El ánimo del dibujo es imparable, de la libreta a la pancarta”. Ese pareciera ser también el de Ikebana política.

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Ikebana política es un diario, la edición de una enormísima serie de cuadernos que compondrían un conjunto, total y a la vez disperso de investigaciones, notas de clase, diarios de viaje, poemas, eslóganes, dibujos, ficciones, resúmenes y proyectos. Si los textos autobiográficos y los diarios moldean un gesto personal, una autofiguración o forma de presentarse que abren, en la performance de su escritura, lo novelesco de una vida, la imagen que construye la escritura de Claudia permite pensar no sólo en la vida de una artista –cómo vive y cómo trabaja esa artista visual llamada Claudia del Río-, sino también en algo más específico: cómo se elabora y se transmite la experiencia de su trabajo.

Irina Garbatzky

Ikebana política de Claudia del Río

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Entre la autoayuda y el “frankenstein artístico”, he aquí diez años de escritura atomizada, un trazado disperso de notas que vienen a encontrar eje entre sí años después. El eje, veremos, es el tono de una experiencia como un collage, la de Claudia del Río artista cabal, dibujante, poeta, pedagoga, viajera, residente, pescadora de visiones y versos de la costa del Paraná. ¿El dibujo? Un compañero, modesto y sutil, herramienta transformadora y civil también. La escritura, en tanto, es bajada directa de la vida al cuaderno “como un goteo”, una máquina de registro móvil que toma impresiones en cualquier momento y a ritmo propio. “El ánimo del dibujo es imparable, de la libreta a la pancarta”. Ese pareciera ser también el de Ikebana política.

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Ikebana política es un diario, la edición de una enormísima serie de cuadernos que compondrían un conjunto, total y a la vez disperso de investigaciones, notas de clase, diarios de viaje, poemas, eslóganes, dibujos, ficciones, resúmenes y proyectos. Si los textos autobiográficos y los diarios moldean un gesto personal, una autofiguración o forma de presentarse que abren, en la performance de su escritura, lo novelesco de una vida, la imagen que construye la escritura de Claudia permite pensar no sólo en la vida de una artista –cómo vive y cómo trabaja esa artista visual llamada Claudia del Río-, sino también en algo más específico: cómo se elabora y se transmite la experiencia de su trabajo.

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